domingo, 22 de febrero de 2015

Opinión - Malos tiempos para los futboleros

Opinión - Malos tiempos para los futboleros.


¿Eres un loco del fútbol o simplemente estás loco ?
Siempre he amado el fútbol.
Es un juego que une defensa y ataque, que penaliza los despistes y los fallos y en el que la situación puede cambiar radicalmente en escasos minutos.
No se trata sólo de pasión, entretenimiento o polémica. Sencillamente, he encontrado muy pocas cosas que tengan tanto paralelismo con la vida misma cómo el fútbol. Un juego donde hay ricos y pobres, injusticia, errores que cuestan caro, malas decisiones que recuerdas toda tu vida, oportunidades que no son fáciles de tener y alegrías que hacen felices a muchísima gente en el mismo momento.

¡ Joder es que yo veo normal que el fútbol guste tanto !

De un tiempo a esta parte he visto como mi pasión, como las almorranas de los anuncios, debía ser comentada en silencio.
No parece quedar muy bien en los tiempos que corren declarar tu amor por el deporte del balompié.

Servidor, que es consciente de vivir en el país donde más intelectuales hay por barra de bar, donde sabios de saldo campan a sus anchas y donde se abren mil bocas para criticar por una para alabar, sencillamente hacía oídos sordos.

Pero las críticas comenzaron a ser más habituales.

He visto asociar el término "futbolero" a "paleto".
He escuchado a viandantes que pasaban cerca de una terraza en la que tranquilamente veía un partido, comentar: "Míralos, idiotizados con el baloncito".
Y me han dicho en mi cara al incorporar a la conversación cualquier aspecto futbolísitco : "Otro que con el opio del fútbol se olvida de los problemas de este país".

De acuerdo, ser "futbolero" no es ni culto ni cool según las nuevas costumbres españolas.

Pero, ¿ a qué obedecía tal animadversión ? ¿ Por qué esa idea del amante del fútbol ?

Mi respuesta llegó un día de clásico, un día de Madrid – Barça.

Una vez que el árbitro dictó el final del partido, me llegó al móvil la invitación de un amigo que me sugería subir a su casa y echar unas cervezas.

Al llegar había un grupo de amigos que estaban sentados al sofá como cualquier hijo de vecino.

Empecé a intercambiar opiniones acerca del encuentro. No escatimando elogios al rival y haciendo cierta crítica del juego del equipo. Comencé a vislumbrar cierta extrañeza en las caras de los presentes pero mis peores augurios fueron confirmados al romper la conversación una frase a pleno pulmón por parte de uno de los muchachos:

-¡ Dale voz que empieza !

Lo que empezaba era la tertulia futbolera más seguida de este país.
Y he de decir que no me disgustaba la idea de ver un programa deportivo después de un encuentro de tal índole.

Una vez transcurrida la introducción del mismo, el presentador se dispuso a presentar, y cito textualmente: "a los expertos que nos acompañarán hoy".

No sé en qué campo serán expertos, pero desde luego el fútbol no era uno de ellos.

Lo que se vio en ese plató no fueron periodistas deportivos; ni siquiera periodistas futboleros.
No. Lo que se vio fue un grupo de periodistas hooligans que harían sonrojar a cualquier buen aficionado al fútbol.



Mientras el bando culé se dedicaba a sacar pecho, el bando merengue comenzaba a ver "manos negras" pasando después a recordar el número de copas de Europa que tenían y a volver a nombrar por decimoquinta vez al colegiado Obrevo.

Nadie habló de ocasiones marradas, de táctica mal planteada o del rendimiento de jugadores de ambos equipos.

Entre otras cosas porque esos aspectos les importaban un carajo.

Respeto, cero. Interrupción del turno de palabra, constante.

Para más inri el bando culé tachó a Ronaldo de "jugador del montón" mientras el bando merengue ninguneaba a un argentino que en un campeonato nacional había marcado 50 goles.

Conforme pasaba el tiempo empecé a tener buenos argumentos para establecer que lo más redondo que habían visto esos expertos era una caja de zapatos.

La conversación supuestamente futbolera era de traca.

Pero para traca era la repercusión que tenían "los expertos" en la audiencia y la atención con la que escuchaban el debate las personas reunidas en torno a la mesa de la casa en la que me encontraba.

Entonces me acordé de todos los que me habían tachado de "paleto" o "inculto" por ser futbolero.

Los "periodistas" de este programa habían conseguido el sueño que persigue todo español: Ser experto en un tema sin tener ni puta idea.

Porque para ser experto en algo, un auténtico conocedor, debes amar ese "algo".

Y a esos periodistas hooligans no les gusta el fútbol. Así de sencillo. NO les gusta.
No van a llegar a casa y ver más partidos más allá de Madrid o Barcelona. No van a conocer los onces de los futbolistas que la semana que viene van a jugar contra merengues y culés. No van a perder horas de sueño un verano para ver la Copa América. No van ni aún con palillos incrustados en las uñas a reconocer el buen juego del rival.

No lo hacen ni lo harán porque no aman este deporte lo suficiente.

Han descubierto su negocio: Dedicarse improperios y luchar por ver quién dice la tontería más grande mientras disfrutan con sus mezquinas ofensas.

Ante esto, me basta con no ver su programa.
Pero para un grandísimo sector de la población estas personas representan el fútbol y eso, vea o no el programa, si que me afecta.

Porque si esta es la tertulia deportiva más seguida y los "deportes de Cuatro" el espacio deportivo más visto en nuestro país; fácil, tremendamente fácil se lo estamos poniendo a cualquier hijo de vecino para que se crea con la autoridad de tratar a los amantes del fútbol como si fuéramos poco menos que gilipollas.

Yo no sé nada de ballet. La verdad es que no tengo ni idea.
Pero si observo que los programas que no se pierden los amantes del ballet consisten en un par de tíos que con los chascarrillos propios de una barra de bar se dedican a hablar sobre el peinado de un bailarín y en un grupo de personas gritando acerca de si su compañía de ballet está o no en un "fin de ciclo" no sería una locura pensar que los amantes del ballet son algo faltos de inteligencia.

"No sé de ballet, pero estos son los programas que ven, así que por ahí deben andar los tiros".

Es difícil defender la grandeza de un deporte cuando la imagen de Messi echando las papas o la de Ronaldo llevándose el dedo a la nariz es más vista, comentada y tiene ochenta veces más repercusión que el gol por la escuadra en el minuto 90 de un jugador del Celta.

Por tanto, normal la actual concepción del futbolero. 
Ya que para el gran número de mortales estos contenidos nos representan. Y peor aún, un gran número de supuestos aficionados al fútbol se sienten plenamente identificados con la concepción futbolera de estos programas.

Realmente, ¿ os extraña que la gente se parta la cara en una grada ? ¿ O no reconozcan el talento del rival ? ¿ O no tengan ojos más allá de uno o dos equipos ? ¿ O se dediquen a insultar ?

Si un gran número de personas se sienten identificados por una banda de supuestos profesionales que se dedican a gritar, insultar y ningunear, creo que es fácil atar cabos. Quien siembra vientos....

Así que si les gusta este juego les invito a sentarse en la mesa, del bar o de una vivienda, en la que menos se vocifere durante el partido. Si no se grita es porque sus ocupantes prefieren usar toda su energía en seguir con atención los pormenores del encuentro, cada acción del juego, sólo interrumpiran su silencio para realizar una apreciación debida y aún sin aplaudir reconocerán el buen juego rival. Esa es la mesa de un futbolero.
Si por contra prefiere los que malgastan su energía en insultar, vociferar y ver más la pantalla de su móvil que el partido en sí, le quedará el consuelo de pertenecer a un grupo el doble o el triple de grande que el anterior pero que ama al fútbol la tercera o la cuarta parte de lo que cualquier buen futbolero, que dentro de poco, será una especie en extinción.

J. Rafael de la Torre - futboldelsigloxxi@gmail.com

1 comentario:

  1. Es que la gran mayoría son JOtakus o sea fanboys del anime que se creen superiores a todo y consideran al futbol malo porque es mas visto que el PUTAnime.

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