En el último partido de
clasificación para el Mundial de USA 94, jugado en el Parque de los
Príncipes de París, Francia caía ante Bulgaria merced a un gol de
Kostadinov en el último minuto que suponía que los franceses no estarían en el Mundial.
Sólo diez años atrás
Francia había sido la campeona de Europa ( en su propio país al
vencer a España en la famosa final del fallo de Arconada) y había
firmado muy buenas actuaciones en los mundiales de España' 82 y
México' 86.
Ahora tocaba aceptar que
la mejor generación del fútbol francés de la historia: los Luis
Fernández, Amorós, Bats, Rocheteau, Tigana, Giresse y sobre todo Michel
Platini, no eran más que un recuerdo del pasado y afrontar que el siguiente anfitrión en una cita mundialista ( 1998 ) no iba a estar presente en el anterior
mundial de USA 94.
La federación francesa
reaccionó. No olvidaban que la última gran cita futbolística
celebrada en terreno patrio había concluido con el triunfo francés
en la Eurocopa de 1984, a la postre su único gran título.
Era necesario crear un
equipo fuerte y capaz de levantar la copa del mundo en casa.
Fijándose a largo plazo
en su Mundial los responsables de la selección se marcaron un
objetivo más inmediato: volver a la élite europea en la Eurocopa de
Inglaterra en 1996.
Para ello era necesaria
cierta revolución. Tomando decisiones drásticas no fáciles de
aplicar.
La principal consistió
en dejar de convocar a determinados jugadores como Papain, Cantona o
Ginola. Decisión complicadísima pues eran sin ninguna duda algunos
de los jugadores con más calidad del conjunto francés.
Pero si bien no se
discutían sus cualidades futbolísticas tampoco parecía discutible
negar su carácter indisciplinado que podía prender la mecha del
vestuario en cualquier momento.
Francia optó por
desterrar los problemas. Puso a Aimé Jacquet al frente de la selección. Dio galones a
jóvenes talentos como Desailly ó Djorkaeff y se dispuso a hacer
borrón y cuenta nueva.
El tiempo les daría la
razón.
Francia se clasificó
para la siguiente gran cita, la eurocopa del 96, donde firmaría una
magnífica competición.
Encuadrada junto con
Rumanía, España y Bulgaria. Francia empezó venciendo a los rumanos
( que venían de alcanzar los cuartos en USA 94 ), empató con España y
aunque un empate a dos con Bulgaria hubiera clasificado a ambas
selecciones ( España temía un tongo como el que sufrió Italia en
la Euro 2004 ) los franceses no perdieron la oportunidad de vengarse
ante los búlgaros tres años después venciendo a los Stoichkov y
compañía .
Primera de grupo con 7
puntos de 9.
En las eliminatorias
vería las dos caras de la moneda.
En cuartos contra la
selección holandesa y tras un empate sin goles los lanzamientos
desde los once metros clasificaron a los"bleus" para las
semis.
Pero en la siguiente
ronda y tras finalizar los 120 minutos reglamentarios con idéntico
marcador esta vez la suerte les fue esquiva y la República Checa de
los Berger, Kouba, Poborsky y Bejbl pasaba a la final de Wembley
contra Alemania ( victoria germana gracias al gol de oro en la
prórroga de Oliver Bierhoff ).
El resultado era muy
positivo. Quizá era preocupante la falta de gol. Pero Francia había
pasado de no estar en el mundial a estar entre las cuatro mejores
selecciones de Europa.
Ahora tocaba mirar al
cielo y otear el calendario. Francia había vuelto y tenía en mente
su objetivo más ambicioso: ganar el Mundial en su propia casa.
Los responsables de la
Federación gala sabían que no tenían que jugar partidos de
clasificación al estar directamente clasificados como país
anfitrión.
Con la tranquilidad que
se sabe el ya clasificado el conjunto galo tenía dos años para
conformar un combinado capaz de ser el mejor del mundo.
El sueño comienza a
dibujarse en el césped
Dos años después de la euro 96, Francia tenía buenas razones para contemplar su Mundial con
optimismo.
Jugaba en casa donde
como he dicho había levantado su único gran título. Tenía el país
entero entregado y los estadios estarían a rebosar de hinchas
ansiosos por cumplir un sueño.
Pero las auténticas
razones se encontraban en el césped. Con una mezcla de jugadores
consagrados ( que no veteranos ) y la irrupción de jóvenes talentos
el conjunto galo disponía de un auténtico equipazo.
Tras Bernard Lama, la
portería de la selección fue defendida por Barthez. El guardameta
había sido campeón de europa con el Olympique de Marsella ( único
equipo francés en levantar la copa de Europa hasta el momento ) y
venía de dejar a un club desconocido en Europa como el Mónaco en la
semifinales de Champions.
Aunque algo excéntrico, Barthez tenía muy buenos reflejos y una personalidad que conectó
bien con la hinchada. En la memoria de cualquier futbolero siempre
habrá un hueco para al famoso beso que Blanc le plantaba en la calva
a Barthez antes de cualquier choque galo.
La defensa "bleu"
parecía más una línea de antidisturbios que una zaga.
Sobresalía Blanc, que
tras una experiencia no demasiado buena en can barça se había
marchado al Olympique de Marsella, volviendo por sus fueros y
ganándose un merecido hueco en el once titular siendo además voz
autorizada en el vestuario.
Desailly era un fijo en
la selección. En su época milanista ( exhibición en la final de
Atenas frente al Barça incluida ) había ocupado en muchas ocasiones
el centro del campo. Pero finalmente "la roca" había
encontrado su sitio en el centro de la defensa.
Junto a ellos ocupando el
lateral derecho se encontraba Thuram, que en aquel entonces jugaba en
el Parma donde sumaba una actuación buena tras otra cada fin de
semana en el calcio.
En el banquillo ante un
eventual problema, otro defensa de garantías, Franck Leboeuf,
esperaba su oportunidad.
Así que antes de chutar
a la meta de un buen guardameta como Barthez había que sobrepasar a
tres "angelitos" con una media de altura de 1,87 y que eran
todo contundencia, oficio y fuerza y que para colmo sabían jugar con
el balón en los pies.
Por si fuera poco, la
posición de lateral izquierdo, huérfana en la selección desde bastante tiempo atrás tenía ahora tres candidatos a cada cual
mejor: Bixente Lizarazu, Candela y Boghossian.
El centro del campo era
de lo mejorcito del mundial. Curiosamente casi todos sus jugadores
venían del Calcio.
El líder era el "capi"
Deschamps. Todo un ejemplo de liderazgo y de distribución de juego
tanto en la selección como en la Juve.
Djorkaeff era pieza clave
tanto en el conjunto galo como en su club, el Inter, con el que venía
de ser campeón de la UEFA.
Y qué decir de Zinedine
Zidane. Quizás habría que hacer un blog sólo para él.
El frances de origen
argelino estuvo presente en la EURO 96, pero dónde explotó fue en
la temporada siguiente, la 96-97, en la que prácticamente él solito
llevó al Girondins de Burdeos a la final de la UEFA ( golazo desde
el medio campo al Betis incluido ) ante el Schalke. La Juve se fijó
en él y se lo trajo a Turín donde se adaptó con increíble
rapidez al Calcio.
El "diez"
francés llegaba en un estado de forma brutal. Semanas antes del
Mundial Zidane levantó el Scudetto y llevó a la Juve a la final de
la Champions donde cayó ante el Madrid de la séptima.
Zidane pertenecía a esa
rara especie de jugadores que hace todo y todo lo hace bien.
Poseía una buena zancada
y un mejor regate. Pero donde "Zizou"
marcaba las diferencias era a la hora de controlar el esférico.
Pocos jugadores en la historia han sido capaces de bajar los balones
que ha "matado" el francés. Por si fuera poco era un
consumado lanzador de penaltis, un experto en la conducción del
esférico y un gran chutador a balón parado. En suma un jugador
completísimo, un auténtico crack.
Francia sabía lo que
tenía en su estrella, el equipo jugaba para él y Zidane daba lo
mejor de sí ya fuera marcando o asistiendo a sus compañeros.
La otra posición en la
medular quedaba en manos de Jacquet, con muchas novias para ocupar el
sitio. Karembeau venía de ser providencial en la conquista de la
séptima copa de Europa con el Madrid. Nuevos valores como Petit,
Vieira o Pires venían pisando fuerte e incluso Dugarry había
jugando en banda con los "bleus".
Todo cuadraba para los
galos. Pues cuando todo hacía presagiar que habría problemas para
anotar tantos, ( pues sencillamente Guivarch ó Dugarry no daban la
talla ) aparecieron unos cracks jovénes aunque sobradamente
preparados: Thierry Henry y David Trezeguet. Pese a su precocidad
estaban en las agendas de los grandes clubes de Europa y venían a
demostrar que la vanguardia no era la línea débil de Francia.
Con un equipo así y con
un país pendiente de sus jugadores el sueño del Mundial no era en
absoluto utópico.
La primera alegría tuvo
lugar durante el sorteo.
Francia fue encuadrada
con dos cenicientas y un rival a batir bastante cómodo.
Los equipos débiles eran
Sudáfrica y Arabia Saudí. Los africanos afrontaban su primera cita
mundialista con el objetivo de vivir la experiencia y confiando sus
escasas esperanzas en las botas de Benny McCarthy. Por su parte
Arabia Saudí no era novata pues venía de haber alcanzado los
octavos en USA 94. Pero parecía difícil que pudiera hacer algo en
Francia o repetir un gol como el de Owairan.
El único rival de cierta
entidad era Dinamarca. Ausente en Estados Unidos pero con un plantel
estupendo con los hermanos Laudrup y hombres como Schmeichel, Helveg,
Nielsen o Sand.
No sólo el grupo era
asequible. También el calendario se había aliado con los galos.
Los dos primeros partidos eran contra los rivales más fáciles con
lo que el choque contra Dinamarca podría llegar con la clasificación
ya certificada. Y encima los tres partidos se jugarían en los campos
con mayor capacidad del Mundial con lo que el empuje de la afición
sería más notable.
Los pronósticos se
cumplieron.
En su primer partido jugado en Marsella, el equipo francés borró del mapa a Sudáfrica venciendo por tres tantos a cero con goles de Dugarry, Issa en propio puerta y Henry ya en el descuento.
Y en su segundo partido nueva exhibición y triunfo aplastante ante Arabia Saudí por cuatro goles a cero con los jóvenes como protagonistas. Goles para Trezeguet, Lizarazu y doblete de Henry.
Los mejores augurios se habían cumplido. No sólo se habían ganado los dos primeros partidos, sino que el bagaje era brutal: Siete goles a favor y portería imbatida.
Los deberes estaban
hechos y el equipo clasificado para octavos.
Pero Francia sufrió un varapalo. Zidane era el 99% de los partidos un jugador muy educado tanto con rivales como colegiados. Pero cuando los cables se le cruzaban Zidane mostraba su cara más oscura. Una agresión contra Arabia Saudí le costaría a Aimé Jacquet no contar con "Zizou" hasta cuartos si el equipo lograba alcanzarlos. El Mundial no había hecho más que comenzar y Zidane no había podido demostrar su gran juego.
El partido contra
Dinamarca era un "match ball" para los nórdicos que se habían
complicado la vida al empatar con Sudáfrica. Por su parte el mundo
tenía oportunidad de ver al gran equipo francés frente a un rival
de cierto nivel después de los dos "entrenamientos" contra
africanos y saudíes.
Esta vez el resultado fue
más ajustado. Un penalty anotado por Djorkaeff ( que asumió la
responsabilidad ante la ausencia de Zidane ) en los primeros minutos
adelantó a Francia.
Pero los rivales no eran
unas cenicientas, era la "dinamita roja" danesa que no
perdió la cara al encuentro y empataba también desde los once
metros con un magnífico lanzamiento de "don" Michael
Laudrup al filo del descanso.
Francia encajaba su
primer gol y se marchaba al vestuario por primera vez en la
competición sin estar por delante en el marcador.
Pocos minutos después de
la reanudación un barullo en el área fue resuelto con un disparo
raso de órdago de Emmanuel Petit que se alojó en el fondo de las
mallas de Schmeichel.
Francia se llevaba el
partido. Demostraba que no era sólo un equipo capaz de ganar a
rivales flojos y firmaba una liguilla inmaculada en la que sólo el
equipo galo y Argentina fueron capaces de vencer en todos sus
encuentros de primera fase.
El Camino a Saint
Dennis.
Una vez superada la
liguilla quedaba lo más difícil: afrontar las eliminatorias.
Y como he dicho, Francia
no contaría con Zidane hasta cuartos.
Los tres rivales de los
galos hasta la final presentaban esquemas futbolísticos muy
distintos.
El primer rival era
Paraguay.
Los americanos habían
saldado sus dos primeros encuentros ante búlgaros y españoles con
dos empates a cero para después vencer a la ya clasificada Nigeria.
Los guaraníes no tenían
malos peloteros como el espanyolista Benítez ó Cardozo. Pero
quedaba claro que el fuerte de Paraguay era su juego rocoso y su
fuerte defensa.
Los paraguayos llegaron a
Francia fuertes físicamente, guerreaban cualquier disputa y para
acercarse a los dominios de su portero había que bregar contra
leones como Gamarra, Ayala o Arce.
Su portero era todo un
personaje. Pero con todo era uno de los mejores porteros del mundo:
José Luis Chilavert.
Un guardameta tan
conocido por sus espectaculares paradas como por sus lanzamientos de
falta cuya efectividad rivalizaban con la de los grandes
especialistas a balón parado.
Pero su fama no se
quedaba en el césped. Si había alguien capaz de levantar polémica
y "calentar" un partido antes de su disputa ese era
Chilavert. "Rajadas", críticas, declaraciones chulescas... todo entraba dentro de
la guerra del portero paraguayo.
Paraguay sabía que
contaba con un gran portero y su vestuario no dudaba en respetar a su
"loco" capitán.
Paraguay hizo su juego.
Francia se estrellaba una y otra vez contra la muralla paraguaya. Los
minutos fueron pasando y los paraguayos sabían que todo pasaba por
aguantar el marcador y encomendarse a Chilavert.
Durante los primeros 90
minutos el plan funcionó ante la desesperación de una hinchada
francesa que sabedores de que Paraguay venía de haber apeado a
España del Mundial comenzaban a pensar en un posible "maracanazo"
que los alejara del sueño mundialista.
Pero para ganar un
Mundial hace falta la llamada suerte del campeón.
A seis minutos para el
final de la prórroga Pires centró al corazón del área donde un
especialista del juego aéreo como Trezeguet hizo una maravillosa
dejada con la cabeza. Blanc empalmó el balón en boca de gol y
Francia respiró tranquila.
En una victoria
trabajadísima Francia avanzaba hacia los cuartos de final.
El tres julio en Saint
Dennis se disputaba el partido de cuartos ante otra selección
europea, Italia. Ya con Zidane en el campo.
Los transalpinos,
actuales subcampeones del mundo, habían firmado una muy buena
liguilla en la que vencieron a la Austria de Polster, al Camerún de
Songo'o y Mboma y cosecharon un empate ante la estupenda Chile de
Tapia, Zamorano y Marcelo Salas.
En octavos despacharon a Noruega al estilo italiano por un gol a cero.
Francia se enfrentaba a
una selección fuerte en defensa y a un delantero en estado de
gracia, Cristian Vieri. El ex de la Juve había recalado en el
Atlético de Madrid español donde tras unos inicios complicados se
dedicó a hincharse a marcar goles logrando el prestigioso trofeo
pichichi después de anotar 24 tantos.
El ariete italiano
llegaba a la eliminatoria de cuartos con cinco coles en cuatro
encuentros.
De nuevo, al igual que
contra Paraguay, el marcador no se movió en los primeros 90 minutos pero en esta ocasión la prórroga no cayó del lado galo. El pase se
decidiría desde los once metros.
El primero en lanzar fue
Zidane, ansioso por demostrar su compromiso con la selección. El francés de pasado argelino anotó.
El primer lanzador
italiano fue Roberto Baggio.
No era una casualidad que
el ganador del balón de oro en 1993 asumiera la responsabilidad. El
lanzamiento a las nubes de Baggio cuatro años antes en la final de
Los Ángeles ante Brasil había decantado que Brasil lograra el
tetracampeonato. Señalado por muchos y dispuesto a vencer sus
fantasmas Baggio se había desquitado al lograr transformar un
penalti vital ante Chile en el primer partido. Aún así, daba la
impresión que Baggio quería demostrar algo o callar bocas asumiendo
cada penalti que se cruzara en su camino. En la tanda de USA 94 había
fallado, pero aquí anotó ante Barthez.
La ronda continuó.
Albertini y Lizarazu fallaron.
Los jóvenes Trezeguet y
Henry para Francia y el veterano Costacurta para Italia marcaron en
sus lanzamientos.
Apenas unos días después
del partido ante Paraguay el futuro del país estaba de nuevo en las
botas de Laurent Blanc. El central no falló, pero el italiano Di
Biagio sí marró desde el punto fatídico.
De nuevo la afición
francesa se recomponía del infarto. Estaba en semifinales después
de superar a una Italia que veía de nuevo como la lotería desde los
once metros la apeaba del Mundial.
El 8 de julio Francia se
enfrentaba a Croacia por un puesto en la final.
Lo de Croacia era de
escándalo, de mención, de monumento. Un equipo novato en una cita mundialista luchando de
tú a tú contra las mejores selecciones del mundo.
Pero qué equipo madre
mía: Simic, Bilic, Tudor, Kovac, Boban, Stanic, Jarni, Prosinecki,
Vlaovic, Davor Suker...
El mejor equipo croata de
la historia venía de haber vencido con total rotundidad a la actual
campeona de Europa, Alemania, por tres goles a cero y ahora se
enfrentaba al anfitrión.
El descanso acabó con
empate sin goles pero los que llegaron tarde a la reanudación no
saben lo que se perdieron.
Prácticamente con el pitido inicial Davor Suker realizó un desmarque aprovechando una de las subidas de Lizarazu. Controló un balón servido desde el medio campo y definió con su pierna izquierda como sólo él sabía hacer. Quinto gol del croata que empataba con Vieri y Hernández en la tanda de máximos goleadores.
Prácticamente con el pitido inicial Davor Suker realizó un desmarque aprovechando una de las subidas de Lizarazu. Controló un balón servido desde el medio campo y definió con su pierna izquierda como sólo él sabía hacer. Quinto gol del croata que empataba con Vieri y Hernández en la tanda de máximos goleadores.
Pero en la siguiente jugada Croacia no acertó a despejar. Thuram disputó un balón
que cayó a Djorkaeff. El del Inter puso un balón interior hacia el defensa
galo que batía a Simic.
Dos goles en dos minutos.
A mediados de la segunda
parte, Thuram repitió jugada. Bregó por un balón en la frontal.
Jarni poco pudo hacer en una disputa ante el "toro" que
tenía enfrente que casi lanzó por los aires al croata al impactar
con él. Se hizo con el esférico para conectar con pierna izquierda
un tiro ajustado ante el que nada pudo hacer el meta croata.
El fútbol tiene estas
cosas. Un defensa con escasa vocación ofensiva había elegido la
semifinal de un Mundial para marcar por primera vez en su vida dos
goles con su selección en un mismo partido.
Francia iba a la final. A
los croatas les quedaba el consuelo de alcanzar el tercer puesto al
vencer a Holanda por dos goles a uno días después. Además el gol
del triunfo fue anotado por Davor Suker, que con seis goles se
convertía en el máximo anotador de Francia 98.
12 de julio de 1998.
Estadio de Saint Dennis. La final perfecta para los organizadores: el
anfitrión contra el actual campeón, Brasil
La canarinha había ido
de menos a más. Tras una liguilla algo discreta en la que ganó con
dudas a Escocia en el partido inaugural y perdió ante Noruega. Brasil
metió la directa venciendo a Chile por cuatro goles a uno, a
Dinamarca por tres a dos ( en el que fue para muchos el mejor partido
del Mundial junto con el Inglaterra – Argentina ) y superado a la
selección holandesa de los Van der Sar, Kluivert, Cocu, Bergkamp y
cía en los lanzamientos de penalty gracias a la actuación de un
gran Taffarel.
Francia saltó al campo
con Barthez, Thuram, Desailly, Lebouef ( Blanc había sido expulsado
ante Croacia por el colegiado español García-Aranda ), Lizarazu,
Deschamps, Djorkaeff, Petit. Karembeau, Zidane y Guivarch ( a día de
hoy muchos aficionados galos se preguntan por qué Aimé Jacquet optó
por él ).
Por su parte Brasil jugó
con los cinco de "siempre" en la zaga: Taffarel, Cafú,
Roberto Carlos, Junior Baiano y Aldair. Una línea de contención de
tres hombres ( que ya le había funcionado cuatro años antes con
Dunga, Mazinho y Mauro Silva ) conformada por el "capi"
Dunga, Leonardo y Sampaio. Y una magnífica línea de ataque con
Bebeto, Rivaldo y Ronaldo.
Todo salió del lado
francés.
Zidane, después de su
sanción y de no haberse erigido como protagonista eligió el mejor
momento para hacerlo. Corría el minuto 27 cuando el diez francés
remató un córner al fondo de la red de fuerte testarazo. Nada mejor
que un gol antes del descanso y justo en el minuto 45 en jugada
idéntica Zidane puso el dos a cero en el marcador. Aunque en el
último partido la estrella francesa marcaba claramente la
diferencia.
A Francia le salía todo. Era un vendaval frente a los brasileños que tuvieron dos ocasiones
muy buenas en la segunda parte. Pero una impresionante parada de
Barthez a lanzamiento a bocajarro de Ronaldo y la providencial
intervención bajo palos de Desailly a tiro de Bebeto certificaron
que la suerte no estaba con los cariocas.
Ya a la desesperada y con
un Brasil volcado al ataque ( lanzamiento al palo de Denilson
incluido ), Petit salió a la contra y tras recibir un buen pase
de Vieira cruzó ante Taffarel.
Tres a cero. Victoria
inapelable.
El sueño se cumplía. En
terreno patrio, ante su gente, la mejor generación del fútbol
francés ganaba el Mundial. El "capi" Deschamps levantó la
copa del mundo en Saint Dennis y ardió París.
Pero el hambre de este
equipo no quedaba aquí, había cuerda para rato.
LA EUROCOPA DEL 2000
Sólo dos años después
de la victoria mundialista francesa tenía lugar la primera eurocopa
celebrada por dos países, la Euro 2000 de Bélgica y Holanda.
Una de las principales
candidatas era Francia.
Los galos querían
abandonar el san benito que rezaba que Francia sólo triunfaba en
casa y demostrar que lo del Mundial no había sido casualidad.
Los "bleus" no
sólo mantenían el bloque sino que éste era aún mejor.
La defensa se mantenía
exactamente igual, pero dos años más les habían sentado genial a
hombres como Thuram o Desailly, que sí antes tenía oficio ahora
tenían más tiros pegados que las paredes de Sarajevo.
Lizarazu era ya
referencia absoluta en la banda izquierda del Bayern.
En el centro del campo veteranos como Deschamps ó Djorkaeff veían como ahora Petit,
Vieira o Pires eran ya auténticas figuras.
Zidane ( balón de oro en
el 98 ) estaba en todos los "top" de mejor jugador y su
leyenda no hacía más que crecer. Verlo valía el precio de la
entrada dejando siempre su impronta de gran calidad en el césped.
En ataque los jóvenes
del mundial 98, Henry y Trezeguet, se habían convertido por méritos
propios en dos de los mejores llegadores del continente.
Y por si fuera poco
Francia aún tenía a hombres como Karembeau, Wiltord, Anelka o
Micoud.
Aimé Jacquet, el
entrenador que llevó a Francia a lo más alto en el Mundial, dejaba
su sitio a Roger Lemerre.
Pronto, Francia
demostraría que lo de Francia 98 no era un espejismo. Sencillamente
era el mejor combinado nacional del mundo.
Encuadrada en el grupo de
la muerte Francia se vería de nuevo las caras en una liguilla
contra Dinamarca ( que esta vez sin los Laudrup se encomendaba a
Schmeichel, Sand, Helveg y Tomasson ).
Francia comenzaba su
andadura un domingo 11 de junio en Brujas y desde el inicio sacó su
mejor juego apabullando a los daneses por tres goles a cero con
tantos de Blanc, que chutaba un rechace a puerta vacía tras jugadón
al primer toque del equipo galo. Henry con un gol "marca de la
casa" definiendo perfectamente tras una galopada de 50 metros. Y Wiltord tras pase de la muerte de Vieira.
El siguiente encuentro
era contra una estupenda República Checa que venía de no haber
cedido ni un punto en la fase de clasificación y que contaba en sus
filas con uno de los mejores jugadores de su historia, Pavel Nedved,
acompañado de hombres como Novotny, Nemec, Poborsky, Rosicky y
Koller.
El equipo checo había
debutado con derrota ante Holanda merced a un polémico penalty en
los últimos minutos que casi le costó al colegiado Pierluigi
Collina la condición de persona "non grata" por el
gobierno checo ( y no estoy bromeando ).
A los pocos minutos de
encuentro la defensa checa cometió el error de lanzar un pase atrás
sin percatarse que Henry estaba "pescando" por ahí. El
delantero francés no desaprovechó el regalo y batió por bajo al
guardameta checo.
Un polémico penalty de
Deschamps sobre Nedved fue transformado por Poborsky ( autor del
mejor gol de la anterior eurocopa ) para poner las tablas en el
marcador. Pero Francia era mucha Francia e insistiendo, estaba
jugando MUY bien al fútbol.
Tras una serie de pases
entre Vieira y Zidane ( que estaba inspiradísimo ) el balón le cayó
a Henry que tras una serie de controles y sombreros cedió para que
Djorkaeff la hundiera en las mallas.
Dos a uno. En sólo dos
partidos Francia ya estaba clasificada y con permiso de Portugal era
la selección que mejor fútbol desplegaba.
Ante Holanda, y con ambas
selecciones ya clasificadas, Lemerre y Rijkaard reservaron titulares
dando oportunidad a hombres del banquillo.
Y el resultado fue un
partido entretenidísimo. En el primer tiempo, Dugarry y Trezeguet no
desaprovecharon la oportunidad brindada por su entrenador marcando
tras sendos córners botados por Micoud. Pero Holanda jugaba en casa y
no quería defraudar a la parroquia y con tres muy buenos goles de
Kluivert, Frank de Boer ( de tiro libre ) y Zenden se llevaba el
triunfo y el liderato del grupo "D".
En cuartos de final
Francia se enfrentaba a España.
La selección española se había clasificado a base de goleadas pero volvió a demostrar que se le atragantaban las grandes citas. Su primer partido contra Noruega se había saldado con una derrota que quitaba la titularidad al guardameta Molina tras una salida desafortunada que le costó al combinado español el encuentro.
En su segundo partido
España consiguió vencer a la valiente Eslovenia de Zahovic, Ceh y
Pavlin gracias a los goles de Rául y Etxeberría.
Y en su último encuentro
había llevado al infarto a los aficionados españoles al vencer
sobre la bocina a Yugoslavia con goles de Munitis y Alfonso en un
espectacular fin de partido. Un triunfo que fue recordado durante
mucho tiempo como la mayor gesta hecha por la selección.
El partido echó a andar
y Francia tomó el mando y el control, mientras que España puso las
ganas.
En el minuto 30 el
lateral de la Real Sociedad Agustín Aranzábal derribó a Djorkaeff,
cometiendo una falta a escasos metros de la frontal del área. Una
excelente ocasión para un especialista.
Y si había un buena
lanzador a balón parado en la selección gala ese era Zinedine
Zidane. El marsellés lo tuvo claro. Él cogió el balón, el lo
colocó y él lo rompió.
El lanzamiento voló por
encima de la barrera. No fue un disparo súper ajustado, pero fue tan
fuerte que el meta Cañizares no pudo hacer nada. Golazo de falta de
"Zizou" que abría su cuenta personal en la eurocopa del
2000.
El combinado dirigido por
José Antonio Camacho no se amilanó y prácticamente después de
haber encajado el gol una jugada iniciada en banda derecha acabó con
una pelota a Alfonso que el delantero bético abrió hacia Munitis.
El delantero del Rácing, pequeño y eléctrico, fue derribado
claramente por Thuram.
El colegiado Collina no
lo dudó. Penalty.
Entre las filas de España
se encontraba Mendieta, probablemente uno de los mejores
especialistas de su generación en los lanzamientos desde los once
metros. El vasco tomó su característica carrerilla en la que en
ningún momento perdía de vista al portero. Lanzó y engañó a
Barthez poniendo el empate y dando esperanzas a España.
Pero si un gol tiene factor psicológico, es un gol antes del descanso.
Vieria recuperó un balón
y se lanzó al ataque. La defensa española se concentró en él
haciendo que el medio del Arsenal se encontrara con tres jugadores
dispuestos a frenarle en la frontal. Vieira eludió el choque y abrió
a la banda derecha por la que se incorporaba Djorkaeff. El ex del Inter y ahora en el Kaiserlautern se sacó un durísimo lanzamiento
ajustado que entró pegado al primer palo.
El marcador no se movió
en un segundo tiempo en el que la crueldad se cebó con España. En
los últimos minutos el colegiado decretó de nuevo pena máxima a favor de
España. El especialista Mendieta estaba en el banquillo tras ser
sustituido por el delantero del Athletic Ismael Urzáiz. El siete del
Madrid, Raúl González, campeón de Europa semanas antes ante el
Valencia CF asumió la responsabilidad de lanzar la pena máxima.
El balón y la esperanza
española salió volando por los aires. El lanzamiento fue horroroso
perdiéndose muy por encima de la portería defendida por Barthez.
El esquema se volvía a
repetir para desesperación de los aficionados españoles. Después
de una clasificación perfecta España volvía a hacer un torneo
mediocre y a golpearse de nuevo contra el muro de los cuartos de final.
En semifinales, Francia
se las vería con la otra gran selección en creación de juego, (
con permiso de Holanda ) Portugal. El partido era muy esperado. Las
dos selecciones que mejor fútbol practicaban frente a frente.
Portugal llegaba con un
equipo de escándalo.
El secreto era el
siguiente: Portugal había ganado dos mundiales juveniles seguidos.
Y había unificado las
dos generaciones en un mismo equipo.
Por un lado estaban los
Vitor Baia, Jorge Costa, Fernando Couto, Paulo Bento, Joao Pinto, Rui
Costa y la gran estrella, Luis Figo.
Por otra lado estaban los
Sergio Conceiçao, Abel Xavier, Simao, Vidigal, Costinha y Nuno
Gomes.
Lo dicho, entre todos un
equipazo.
Hasta el punto que
Portugal llegaba a la semifinal contando todos sus partidos por
victorias.
En la liguilla remontó
un dos a cero a Inglaterra en una de las mejores primeras partes de
la historia de la eurocopas recordada por muchos por el gol de Figo a
Seaman desde 35 metros que quitó las telarañas del arco inglés.
Sufrió ante la Rumanía
de Stelea, Galca e Ilie a la que venció en el último minuto.
Y se permitió pintarle
la cara a Alemania con un hat trick de Sergio Conceiçao en un
partido dominado de cabo a rabo.
En cuartos y tras muchos
años sin un buen jugador en la vanguardia lusa, Nuno Gomes se
destapó con un doblete ante Turquía marcando ambos goles a pase de
Luis Figo.
Las espadas en todo lo
alto en Bruselas.
Mediada la primera parte Sergio Conceiçao bregó por un balón ante Deschamps. El rechace fue "pescado" por Nuno Gomes que con un remate nada fácil se sacó un disparo de la nada imposible de ajustar más al palo. Barthez sólo pudo hacer la estatua.
Portugal daba primero,
así que Francia se volcó en el partido especialmente de la mano de
Zidane que pedía balones a diestro y siniestro.
El francés comenzó a
volver loca a la defensa portuguesa.
Recién empezada la
segunda parte un balón de Thuram fue controlado en el área por un
Anelka que se encontró prácticamente sin ángulo. Había que
pasarla. El futbolista francés, que venía de despachar en
semifinales de Champions al Bayern con un gol con la coronilla, lo
hizo perfecto. Recortó y cedíó al área donde Thierry Henry con un
perfecto disparo en giro la mandaba dentro para poner el empate.
Los aficionados querían
ver más goles pero entonces Barthez y Baia comenzaron a sacar
balones de todos los colores. Especialmente hubo dos manos: una del
luso a disparo de Petit y otra del galo a cabezazo de Abel
Xavier sencillamente soberbias.
Tocaba prórroga. E iba a
ser dramática para los lusos.
A 5 minutos del final Trezeguet se internó en el área pero se escoró demasiado. Baia le rebañó un balón que le cayó a Wiltord sin apenas ángulo. El delantero no lo dudó y rompió el esférico que chocó en la mano del lateral Aber Xavier.
Mano clara. Pero, ¿
intencionada ?
El colegiado austriaco
Günter Benkö tenía dudas y tardó en tomar la decisión. Pero tras
hablar con su asistente señaló el punto fatídico.
Las protestas portuguesas fueron acaloradas y acabaron con importantes sanciones días después.
La pelota se colocó en el punto fatídico. Ese balón valía una
final. Toda una responsabilidad. Pero para eso estaban los cracks.
"Zizou" tomó el balón y con una tranquilidad pasmosa puso
el esférico en la escuadra mientras Vaia se vencía al lado opuesto.
El mejor apareció en el
mejor momento. Francia estaba en la final.
Su rival en la finalísima
de Rotterdam era Italia. Dirigida por Dino Zoff, la azzurra había
desplegado un buen juego tanto en la liguilla como en el partido de
cuartos.
Pero lo de su semifinal
pasó a los anales y será recordada por todo buen aficionado que
viera ese partido y tenga buena memoria.
En un ejercicio de
catenaccio puro y duro, Italia puso el autobús ante Holanda hasta
sus útimas consecuencias.
El combinado holandés lo
intentó de todas las formas ante un equipo que no hizo el mínimo
intento por atacar.
Las ocasiones holandesas
llegaban por docenas. Pero nada, no había forma humana de marcar.
Penalti a favor de
Holanda. Mejor ocasión imposible. De Boer lanzaba y Toldo paraba
gracias a una buena estirada.
Ni Bergkamp, Ni Kluivert,
ni Cocu. El marcador holandés no se movía.
Penalti de nuevo a favor
de Holanda. Kluivert engañaba a Toldo pero el balón se iba al palo.
Los espectadores en el
Amsterdam Arena contemplaban una situación que rallaba el
surrealismo.
La prórroga tocó su
fin. Tocaba la lotería de los penaltis.
¿ Saben lo que pasó en
el primer lanzamiento holandés ? Han acertado, paró Toldo
¿ Saben lo que pasó en
el segundo lanzamiento holandés ? También han acertado, Stam la
mandó a las nubes.
De traca.
De cuatro lanzamientos
holandeses, sólo Kluivert marcó.
Di Biagio, Pessotto y
sobre todo Totti ,con un gol a lo panenka, acertaron y llevaron a la
azzurra a la final.
Final de oro.
Para el partido cumbre
Francia formó con el once esperado: Barthez bajo palos. La defensa
que todos los aficionados nos sabíamos de carrerilla; Thuram, Blanc,
Desailly y Lizarazu.
Un doble pivote con
Deschamps y un Vieira que había estado a gran nivel durante toda la
competición. Una línea de tres con Djorkaeff y Dugarry en las
bandas y como no Zidane de enganche. Y arriba Thierry Henry dispuesto
a alcanzar a Nuno Gomes como máximo goleador.
Italia formó con el
héroe de las semis, Toldo, bajo palos. Una durísima defensa con
Iuliano, Nesta, Cannavaro y Maldini. Un centro del campo con los
duros Pessotto y Di Biagio y los imaginativos Albertini y Fiore. Y
arriba un ataque con marcado acento romano, Totti y Delvecchio.
Francia no quería
repetir lo ocurrido en Amsterdam días antes
Pero la cosa empezó mal.
Un taconazo de ensueño de Totti que se coló entre Lizarazu y Zidane
sirvió para que Pessotto pusiera un magnífico centro en boca de
gol. Delvecchio puso el exterior de su pie y el balón se alojó en
la red.
Minuto 55. Italia no lo
dudó pese a haber dado entrada a Del Piero por Fiore. Puso el
autobús.
El balón lo tenía ahora
Francia que acosaba a una Italia en la que Cannavaro, Toldo y sobre
todo Nesta, se hincharon a despejar balones.
El partido tocaba a su
fin. El catenaccio italiano podía ser campeón.
Pero estamos hablando de equipos grandes. Y los grandes tienen la fe y la suerte de los grandes.
En el 93, con el árbitro
con el silbato en la boca, Italia tenía absolutamente controlado el
partido alargando las posesiones.
Lo tenía todo a su favor.
Tanto que la confianza hizo que Totti concediera un inocente fuera de
juego. Barthez dio orden de subir y mandó el enésimo balón a la
olla. En el último suspiro Trezeguet la ganó por alto. Cannavaro
no acertó a despejar y el balón le cayó a Wiltord que cruzó la
pelota al mal llamado palo largo de un Francesco Toldo que con desesperación contempló una realidad que no quería ver. El balón
estaba dentro.
Tan increíble como a
Holanda se le había ido la semifinal a Italia se le había ido el
título.
La suerte hay que
buscarla y Francia lo hizo.
Italia no podía
permitirse físicamente una prórroga.
La regla del gol de oro instaurada en la euro 96 seguía vigente. Quien marcara se llevaba la copa.
Ante un equipo fatigado por el esfuerzo comenzó el acoso y derribo francés.
La regla del gol de oro instaurada en la euro 96 seguía vigente. Quien marcara se llevaba la copa.
Ante un equipo fatigado por el esfuerzo comenzó el acoso y derribo francés.
Aún no había llegado el ecuador del tiempo extra cuando Albertini perdió un balón en el medio campo que fue recogido por Pires. El extremo galo, que había entrado en el minuto 86, estaba fresco y con un cambio de ritmo y un regate se deshizo de Albertini y Cannavaro respectivamente para después filtrar un balón al punto de penalty que Nesta no alcanzó a despejar.
El esférico cayó en las
botas de Trezeguet que fusiló la portería azzurra.
No había más. Gol de
oro.
El héroe Trezeguet se quitaba la camiseta y se fundía en un abrazo con su entrenador que había acertado de lleno con los cambios de Wiltord, ( autor del gol del empate ) Pires ( asistente del gol de oro ) y Trezeguet ( asistente del gol del empate y autor del gol de oro ).
El héroe Trezeguet se quitaba la camiseta y se fundía en un abrazo con su entrenador que había acertado de lleno con los cambios de Wiltord, ( autor del gol del empate ) Pires ( asistente del gol de oro ) y Trezeguet ( asistente del gol del empate y autor del gol de oro ).
Primer título fuera de
casa. Segunda eurocopa tras la de 1984. Segundo gran triunfo
consecutivo.
Francia entraba en la
historia.
Ya no había dudas. Era el mejor equipo del mundo y la mejor selección nacional de finales de los 90.
Ya no había dudas. Era el mejor equipo del mundo y la mejor selección nacional de finales de los 90.
Barthez, Thuram, Blanc,
Lebouef, Desailly, Lizarazu, Candela, Micoud, Petit, Djorkaeff,
Vieira, Karembeau, Wiltord, Dugarry, Henry, Anelka, Trezeguet, Zidane
y tantos otros.
Todo un grupo de figuras
que muchos aficionados recordamos con cariño y nostalgia.
El beso de Blanc a
Barthez. La "roca" Desailly. La velocidad de Henry. La
fuerza de Vieira. Los controles de Zidane... todo quedó en la retina
del buen aficionado al fútbol que contempló como durante un Mundial y una
Eurocopa Francia se ganaba un hueco en la historia de los grandes
equipos.
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